CIUDADANÍA DIGITAL


 OBSERVADA

Durante mi estancia en Londres, el club de gimnasia aeróbica al que pertenezco ha querido editar el típico calendario anual del club para su posterior difusión y venta entre las gimnastas, familiares, simpatizantes y amigos cercanos. Para que yo pudiera aparecer en dicho calendario me han pedido que me saque alguna foto en algún lugar emblemático de la ciudad.

A mí se me ha ocurrido, con la ayuda de una amiga, hacer una sesión de fotos en diferentes lugares del centro y así disponer de varias instantáneas para poder elegir después. Cuando hemos ido a realizar la sesión tenía toda mi equipación deportiva preparada y una serie de figuras o posiciones en las cuales tenía que posar para las fotografías.

Al ser una ciudad tan transitada tanto por los propios londinenses como por turistas, el centro está tan lleno de gente y cámaras que yo he pasado desapercibida totalmente, por lo que no me ha preocupado que me mirara nadie. Además, Londres es una ciudad cosmopolita donde cada uno puede hacer lo que le parece y por eso no me ha importado lo más mínimo hacer unos ejercicios de gimnasia en mitad de la ciudad.

Mientras estamos enfrente del Big Ben me ha dado la sensación que una pareja de japoneses se me quedaban mirando. En un primer momento no le he dado mayor importancia y sin pensarlo he continuado con mis propias fotos. En una de las vueltas que daba, he vuelto a ver a la pareja en cuestión, pero esta vez con una cámara de fotos en las manos enfocando hacia donde estamos la amiga que me sacaba las fotos y yo. Eso ya me ha hecho sospechar y he empezado a dejar de sentirme a gusto. Al contarle a mi amiga mis sospechas, me ha dicho que soy un poco paranoica y que no sucedía nada raro. 

Por si acaso, yo he insistido y, aun a regañadientes de mi amiga, nos cambiamos de lugar para seguir sacando fotos. Nos acercamos hasta el London Eye y seguimos con las fotos. He de reconocer que yo ya no estoy a gusto, las sospechas siguen conmigo y algo me hace pensar que me observan. Aun así continuamos con la sesión. Mientras me coloco para cambiar de posición, allí está de nuevo aquella pareja de japoneses observándonos con la cámara en la mano. Mi amiga entonces se ha percatado de la situación y hemos decidido dar por terminadas las fotos.  

Unos meses estoy navegando por Internet cuando, de forma casual, veo un concurso sobre fotos originales en Londres. Por curiosidad clico en esa página web y en una de las fotos aparezco yo posando para mi amiga y mi calendario de gimnasia.

Desde entonces tengo los cinco sentidos alerta cuando hay muchas cámaras a mi alrededor, porque nunca se sabe el uso que le pueden dar a las fotos. Últimamente me pregunto si el derecho al anonimato y a la privacidad ha desaparecido; quiero decir, si cualquier persona puede sacar fotos sin permiso a otra persona y usarlas como y donde quiera, la intimidad de cada uno se desvanece.

A continuación adjunto el vídeo del relato que he creado.






 CONECTADOS

Tras ver el documental "Conectados" hemos realizado una breve reflexión acerca del uso de las redes sociales, el teléfono móvil y las pantallas en general.  Esta me ha hecho darme cuenta de la adicción a la que estamos sometidos y por ello nombro a continuación una lista de situaciones en las que estoy "online" y "offline":

  • Tres situaciones on line

-Whatsapp: comunicación con amigos, familiares o conocidos. Sólo pienso en las múltiples conversaciones que estoy teniendo simultáneamente, por lo que mi atención no está centrada en una sola cosa. Además paso por alto todo lo que me rodea. Aunque gracias al teléfono móvil estoy relativamente cerca de personas que están lejos, creo que  no siento lo mismo que cuando vivo situaciones físicas, puesto que el móvil no es capaz de transmitir sentimientos, emociones....todo lo que tiene que ver con la comunicación no verbal no existe. 
- Subir una foto a redes sociales (Facebook, Instagram): editar la foto, pensar un comentario adecuado que la describa o en su defecto un emoticono con el que relacione la situación de la imagen, subirla y esperar a ver cuántos "me gusta" recibo. Tan sólo pienso en el número de "mg" y en que la gente vea mi publicación. No siento nada al hacer esto.
- Hacer trabajos en plataformas digitales: trabajar a la vez que mis compañeras en la distancia. Pienso sobre todo en el trabajo a realizar, aunque también pienso en las dos situaciones que he nombrado anteriormente. Creo que tampoco siento nada al hacer esto.

  •  Tres situaciones off line
- Entrenamiento: estoy centrada en la actividad o ejercicio que realizo, dejo totalmente de lado las redes sociales y todo lo que tiene que ver con ellas. Sí que es cierto que nada más acabar el entrenamiento miro el móvil para poner al día mis notificaciones. Me siento realizada durante el entrenamiento y también desconectada del mundo exterior. 
 - Tomar algo con amigos: normalmente, cuando estoy con mis amigos y amigas, no suelo estar pendiente del móvil, aunque es verdad que si me mandan un mensaje lo leo y que nos solemos sacar fotos, tanto para redes sociales como para nuestro álbum personal. En esta situación trato de estar atenta a la conversación e intento dejar de lado las redes sociales. Siento a la(s) persona(s) con la(s) que estoy y eso me gusta.
-  Dormir:  en esta última situación, como es lógico, sólo duermo, sin pensar en nada. Siempre tengo el móvil en la mesilla de al lado de la cama, aunque en silencio. Lo primero y lo último que hago al despertarme y acostarme es mirar el móvil.


¿POR QUÉ ME VIGILAN, SI NO SOY NADIE?

A lo largo de nuestra vida vivimos numerosas situaciones en las que somos, sin saberlo, vigilados por cámaras. Habitualmente no somos conscientes de ello, por eso en esta entrada voy a narrar brevemente un día normal de mi vida enfocando ciertas acciones cotidianas en las que me siento vigilada.

Todas las mañanas al encender mi teléfono móvil me aparece una pestaña  que me pide permiso para poder acceder a mi ubicación, aunque yo no vaya a utilizar el GPS o alguna aplicación que requiera esta información.
Al salir de casa y subirme al coche para dirigirme hacia la Universidad me encuentro expuesta a diferentes cámaras y formas de vigilancia-control, como pueden ser los radares. Una vez allí lo primero que veo son dos cámaras de vigilancia en la puerta; en principio aportan seguridad a los estudiantes, profesionales y a todo aquel que pase por ahí, pero habría que ver en una situación en la que haya ocurrido un conflicto o en la que haya riesgo de que ocurra si sirven de ayuda o no.
Después de clase decido ir a comer a un restaurante con unos compañeros de clase y, cómo no, nuestra velada está siendo grabada por las múltiples cámaras del local...¿también por seguridad?
Cuando hemos terminado de comer nos dirigimos a la biblioteca del barrio para hacer un trabajo en nuestros ordenadores portátiles y me doy cuenta que una de mis compañeras tiene la cámara de su portátil tapada con un papelito, entonces le pregunto por qué la lleva así y me explica que se puede acceder sencillamente a esa cámara desde otro ordenador; esto es, puedo ser espiada por cualquiera con cierto conocimiento de informática.
Para acabar el día voy a una tienda de ropa a ver si encuentro un modelito que comprarme y al ir a los probadores observo una videocámara apuntando hacia ellos. Obviamente doy marcha atrás, prefiriendo probarme los pantalones en mi casa, ¿quién me asegura que esas cámaras no apunten al interior de cada probador?

Este ha sido un simple ejemplo de acciones que realizamos a menudo, en las que probablemente estemos siendo vigilados y vigiladas sin tener constancia de ello, ¿o alguien os ha pedido permiso para ser grabados? Por mucho que piense sobre ello no encuentro razones de peso que argumenten esta constante vigilancia a la que estamos expuestos.

Espero que esta pequeña reflexión os incite a plantearos ciertas cosas y que os ayude a abrir los ojos ante esta realidad en la que estamos sumergidos.

Esquema


ANTISELFIE  

Tras haber realizado la práctica de ocultar nuestra identidad a las cámaras y reflexionado sobre la importancia que tiene el ser conscintes de la continua vigilancia a la que estamos expuestos, me cuestiono la necesidad real de educar, o no, a los estudiantes en este aspecto, que muchas veces se pasa por alto. 
Creo que es estrictamente necesario, en primer lugar, que los docentes se formen adecuadamente en este aspecto de la vida cotidiana para después poder instruir a los alumnos en una educación tecnológica saludable, ofreciéndoles recursos variados para saber diferenciar lo que es conveniente o no en las redes y para que sean conscientes de las múltiples consecuencias que acarrean ciertas acciones en este mundo online. 
A continuación os dejo unas fotos que sacamos durante nuestra práctica en clase, espero que las disfruteis y reflexioneis sobre el tema. 





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